¿Cómo definirías la práctica de Ashtanga Yoga?
Para mí, Ashtanga Yoga es una de las herramientas más potentes de autoconocimiento, encuentro con uno mismo y aceptación, no sólo a nivel físico sino también mental y emocional.
Practicar Ashtanga Yoga cada día me permite aprender a respirar de manera consciente, a escuchar mi cuerpo, y a saber que con una práctica perseverante y comprometida, todo llega.
¿Qué ha cambiado en ti desde que practicas Ashtanga yoga?
¡Muchísimo ha cambiado!
Ashtanga yoga fue un regalo que llegó a mí cuando más lo necesitaba, justo después de sufrir una lesión que me dejó muy baja física y anímicamente, y en un momento emocional difícil.
La práctica diaria de Ashtanga yoga no solo me ha cambiado físicamente me siento más fuerte, más
flexible, y más conectada a mi cuerpo que nunca, sino también mentalmente me ha enseñado a
quererme más, a controlar la ansiedad y a relacionarme de una manera mucho más sana y justa conmigo misma, con los demás, e incluso con mi alimentación.
Ya no imagino mi día a día sin la práctica, y eso es algo que nunca antes me había pasado.
¿Cómo definirías la transmisión del método, el estilo Mysore y el acompañamiento en la shala?
El método de Ashtanga Yoga se interioriza con la práctica; pero en esta práctica considero que es
fundamental contar con el acompañamiento de un profesor que sea capaz de guiarte y adaptar tu práctica a ti.
Recuerdo que al principio me sentía muy insegura ante las clases de estilo Mysore, pero enseguida
entendí que es el mejor camino para interiorizar y avanzar de manera segura en mi práctica.
En mi caso, me siento afortunada y agradecida de haberme encontrado en el camino de
Carlos Matoses, un alma inspiradora capaz de conectar con tus necesidades y adaptar tu práctica a ellas, por muy cambiantes que sean. Su acompañamiento en la shala es fundamental, porque te enseña y
comparte su experiencia, su práctica y su conocimiento, siempre desde el amor.
GEMMA BARGUES